Daniel ‘Dano’ Jaimes, utilero en San Martín de Burzaco hace 27 años

Daniel ‘Dano’ Jaimes, utilero en San Martín de Burzaco hace 27 años

Daniel “Dano” Jaimes cumple 27 años como utilero de San Martín de Burzaco, un vínculo que transformó un empleo en su hogar y que sostiene día a día en el club de Almirante Brown.
Cada mañana, antes del amanecer, atraviesa las puertas del predio y repite una rutina que ya forma parte de la identidad del equipo.
El pasado 20 de agosto recordó su aniversario con emoción: son casi tres décadas dedicadas a la utilería de San Martín de Burzaco.
Ese día, jugadores, cuerpo técnico y empleados se acercaron para saludarlo y compartir un desayuno en su honor.
“Los muchachos del plantel trajeron facturas, algo para comer, fue un agasajo. Es lindo que te reconozcan, que te quieran”, dijo Jaimes al evocar el homenaje.
Su llegada al club se remonta a 1998 y, según cuenta, fue casi casual.
“El que era bufetero me habló y terminé metido en la utilería. No le dije ni sí ni no, y ya estaba adentro”, recuerda sobre sus primeros pasos.
Desde entonces no se apartó de San Martín de Burzaco.
Ha sido testigo directo de los ascensos, las reformas y los desafíos institucionales que atravesó el club.
“Antes no había nada. Teníamos una sola tribuna de madera. Hoy la infraestructura cambió muchísimo, y todo para bien”, comenta sobre la evolución de las instalaciones.
Hoy, además, el equipo juega en una categoría histórica para la institución, un cambio que él vivió desde la utilería.
Más allá de las obras, lo que más valora son los lazos humanos que se forjaron en el día a día.
“Es lo que más me gusta, es lo que más quiero. Estoy feliz de estar acá”, afirma sobre su relación con jugadores y compañeros.
Esa cercanía y su permanencia convirtieron a “Dano” en una figura silenciosa y esencial dentro del club.
En el vestuario, su cargo también convive con la memoria: allí hay un cuadro con las fotos de Mariano Gutiérrez y Emanuel Ortega, jugadores que pasaron por San Martín y fallecieron.
La jornada de utilero comienza temprano y entre camisetas, botines y materiales de entrenamiento.
“Vengo a la mañana, ayudo al profe, al cuerpo técnico. Todos colaboran, y eso hace que esto sea más familiar”, describe su rutina laboral.
Organizar el vestuario, preparar la ropa y atender las necesidades del plantel son tareas cotidianas que él asume con responsabilidad.
Además de su trabajo práctico, siempre tiene una palabra de aliento o un gesto que refuerza el espíritu del equipo.
Esa combinación de trabajo y afecto lo obliga a ser pieza clave en la vida diaria del club.
“Dano” se declara parte de la familia de San Martín de Burzaco.
Sobre su futuro no tiene dudas ni planes de alejarse: espera seguir ligado al club mientras pueda.
“Seguramente voy a estar acá. Ojalá esté vivo, y si sigo vivo, voy a seguir en San Martín porque es mi vida misma. Es familia, es amigos, es todo”, concluye.
Su historia es la de alguien que transformó una oportunidad fortuita en una vida dedicada a la utilería, dejando una huella silenciosa en el club de Almirante Brown.